martes, 19 de enero de 2016

La cotilla y la casaca.

LA COTILLA

   Precisamente para el uso como prenda de interior está la cotilla, con unas hechuras muy parecidas al justillo, que presenta el envarado en todo el contorno del tronco y unos adornos más lujosos. Muchas de ellas se atan en la espalda, y en ocasiones lucen la pala copiosamente engalanada con cintas o cordones cuya función no es sino el mero adorno

   En muchas ocasiones nos encontramos con la confusión de términos, pues en muchas zonas se adoptó la palabra "cotilla" para referirse al justillo, que es una prenda exterior.


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LA CASACA

 Sobre ella las damas vestían casaca, propia de las clases altas. En nuestros archivos constan tres casos: Juaquina Ombuena, de Segorbe, que se casa con Bernabé de la Llave, Abogado de los Reales Consejos en 1758,  Juaquina Latorre, hija del difunto médico de Jérica, que vive en Segorbe hasta su boda con Agustín Castelló, labrador de Jérica, en 1773 y Dª Clara Martín, viuda del Doctor D. Juaquín Melchor, de Segorbe, en el inventario de los bienes a su muerte en 1786.

“... Otrosí: Una Casaca de Hermosilla de seda de color de perla con sus hechuras, nueva, en siete libras, seis sueldos y ocho dineros....

... Otrosí: Una Casaca de tafetán noble negra nueva quatro libras, catorze sueldos y ocho dineros... 

   ... Otrosí: Una Cotilla de Melania azul guarnecida de nácar nueva en cinco libras, diez y seis sueldos y quatro dineros...” 

   La casaca, a diferencia del jubón está formada por un cuerpo con faldón y mangas cortas de trapecio, que cubren hasta el pliegue del codo, ricamente adornadas. La seda más rica es la materia prima utilizada: espolín, tafetán noble.

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   No tiene pala, por lo que se abrocha dejando ver completamente o sólo en parte la parte delantera de la cotilla o una pieza rígida forrada de seda con cintas y encajes, de forma triangular que la simula,  llamada petillo.

   Sin embargo, las influencias entre las modas de las diferentes clases sociales hacen que el petillo se haya utilizado con algunos jubones, ya sea por adorno o por una razón práctica: para ensanchar el cuerpo haciéndolo servir para distintas tallas. Josefa Martín, de Albentosa (Teruel), para casarse con Joseph González, labrador de Segorbe en 1758 presenta en su inventario una colección de petillos, pero ninguna casaca, ni cotilla:

“... Otrosí: Seis petillos de diferentes colores de tapicería y melania una libra y diez sueldos...” 



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Para saber más sobre las piezas de las fotografías podéis consultar el siguiente enlace:

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