lunes, 21 de diciembre de 2015

Indumentaria popular femenina : POBLACIONES Y PROFESIONES del estudio

  



  La información de mi estudio corresponde a un intervalo de tiempo que va desde 1719 a 1799. En Segorbe abarca sólo desde 1757, puesto que los documentos anteriores (de los que se conservan en el Archivo de la Catedral y en el Archivo Municipal) pertenecen a un notario que trabajó en Viver. En ellos las personas provienen de pueblos (Bejís), aldeas (aldea de Canales, del término de Bexís) y masías más o menos aisladas. Pero ya nos informan de la manera de vestir: guardapiés, jubones, delantales, mantillas, etc.

   He tenido acceso a 54 inventarios con ropa de mujer y 11 con ropa masculina, con un total de casi 1100 prendas de ropa descritas por los notarios de la época.  De entre las mujeres, 26 son segorbinas y 28 de pueblos vecinos como Alcalá de Mora (hoy Alcalá de la Selva) y Albentosa y en Teruel; la Villa de Andilla, Marines y Gátova en Valencia; Navajas, Geldo, Baronía de Novaliches, Caudiel, Altura y Soneja en nuestra comarca. Hay un caso de una pareja de catalanes que se casan y se instalan en Segorbe y otro de una pareja de Jérica en la que la mujer se considera de Segorbe por ser donde reside hasta su boda.

   Las profesiones declaradas por las familias son en su mayoría labradores, pero también oficios como panadero, tejedor, oficial papelero, oficial albañil, aladrero y carpintero, maestro carpintero, herrero, oficial zapatero, y otros de mayor prestigio social como médicos y un abogado de los Reales Consejos.
   
  De las normas para aspirar a entrar en las bolsas que sustentaban el Sistema de Insaculación(1) mediante el cual se sorteaban los diferentes cargos públicos en Segorbe podemos deducir que hay unas profesiones mejor consideradas que otras. Son los labradores quienes tenían derecho a estar en los órganos del gobierno local junto a las clases más altas, luego se les supone un nivel socio-económico considerable. Sin embargo, los llamados oficios mecánicos (zapateros, carpinteros, herreros y otros oficios artesanos) son considerados los más bajos. 


   Si a ésto le añadimos el estudio de la descripción de los ajuares queda demostrado que el traje de labradora del siglo XVIII está muy lejos de ser el atavío pobre de “huertana” que algunos se empeñan en institucionalizar como vestido de menor categoría. 



   En la indumentaria popular, que no debemos confundir con la de los palacios, los labradores serán los que mejor ropa tienen. El modo de vestir de las mujeres combina diversos tipos de faldas con los jubones y justillos, adornando el conjunto con pañuelos y delantales. Debajo, las camisas y varias enaguas y finalmente calzado y medias, joyas, mantillas y otros complementos.



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1.-El sistema de insaculación consistía en elegir al azar de entre cuatro bolsas de candidatos, en las que había un número fijo de plazas que se ocupaban tan pronto quedaban vacantes, teniendo la posibilidad de ascender de bolsa. Al principio del siglo estas bolsas estaban distribuidas de la siguiente forma :
   Bolsa Primera o Mayor: “Cavalleros, Graduados y Ciudadanos”
   Bolsa Segunda: “...los gremios de los Notarios y los Labradores que supieran leer y escrivir tan solamente”
   Bolsa Tercera: “...todos los artistas y labradores que supieran leer y escrivir tan solamente”
   Bolsa Cuarta: “...labradores que no saven leer y escrivir, los que hubieran renunciado a oficios mecánicos...”

DIAZ PLAZA RODRÍGUEZ M. "La Organización Municipal de la Ciudad de Segorbe en el S. XVIII".  Págs. 30 y 31


       



viernes, 18 de diciembre de 2015

La moda en el siglo XVIII

   Durante la segunda mitad del siglo XVII el vestuario masculino de las clases más altas experimentó una transformación sustancial, debido a la introducción en la moda civil de algunas prendas que procedían del atuendo militar, como fueron la casaca y la corbata. La adopción de estas prendas por el rey Luis XIV, entre 1665 y 1670, daría origen al “traje francés”, que con enorme rapidez se extendió por las cortes y aristócratas de toda Europa.

   La corte española, a la que todo el mundo había imitado desde el siglo XVI, se resistió a introducir dichos cambios, conservando, especialmente para las funciones oficiales, el tradicional traje negro, compuesto de jubón, ropilla y calzones, del que destacaba el blanco cuello de golilla, y que todo el mundo identificaba como el típico vestido “a la española”.

   Felipe V, nieto de Luis XIV, influyó notablemente en estos cambios al aumentar la influencia francesa en la corte española. Así pues, durante la mayor parte del siglo XVIII convivieron los dos estilos de vestir: a la española y a la francesa o a la moda, como se decía en la época. El traje de hombre a la francesa se componía de tres piezas: casaca, chupa y calzón. Este traje gozaba de plena libertad en cuanto al empleo de las clases de tejidos, la combinación de colores y la profusión de adornos. Fue utilizado por todas las clases sociales, diferenciándose unos de otros por la calidad de los tejidos y la riqueza y ostentación de los adornos.

   En cuanto a la moda femenina, a lo largo del siglo XVIII y hasta la Revolución, la silueta femenina se caracterizaba por el uso del miriñaque o “panier”, que era una sucesión de aros de metal sobre los que el vestido, ensanchado a partir de la cadera, tomaba una amplitud considerable (hasta 150 cm.). Los miriñaques anchos se usaban con el traje de corte, mientras que para el ámbito doméstico se utilizaban otros más pequeños.    

   El miriñaque se confeccionaba con una serie de tres aros metálicos superpuestos, cosidos a la enagua, y se sujetaba mediante otro aro colocado alrededor de la cintura. Posteriormente fue concebido con dos aros y asegurado por medio de un cinturón del tejido de la enagua y atado con cintas. El voluminoso miriñaque hacía parecer la cintura, encerrada en un corsé, muy delgada, mientras que un gran escote desvelaba el nacimiento del pecho.  

   Otra pieza que se utilizó con el mismo objetivo, sobretodo en España era el tontillo, un armazón interior, heredero del guardainfante, que ahuecaba las faldas.


    En la indumentaria femenina también coexistieron dos estilos bien diferentes aunque con influencias recíprocas: “a la española” y “a la francesa”. A diferencia del vestido francés, el traje “a la española” consta de dos prendas independientes, el jubón y la falda.

   Este estilo de ropa fue el que adoptaron las mujeres del pueblo llano, ya que la nobleza y la burguesía imitaban a la corte afrancesada, siguiendo fielmente los figurines que venían puntualmente de París.




    Enlaces de interés : 


martes, 15 de diciembre de 2015

El trabajo de investigación.



    Hemos llegado a interpretar cómo podrían haber vestido los segorbinos siguiendo caminos diferentes cuyos resultados se complementan.

   Por un lado estudiando numerosa bibliografía existente, lo que proporciona una visión global. Por otro, retomando el trabajo de campo iniciado hace más de tres décadas por el Grupo Almagrán, que consistió en recoger la tradición oral transmitida por refranes, coplas populares, etc, así como la material, en forma de ropa antigua que salió de los baúles entonces y otra que ha ido apareciendo en investigaciones posteriores. Además de encontrarla, deberemos saberla ubicar en su contexto.
   Por último, indagando en los Archivos históricos, (Archivo de la Catedral de Segorbe y Archivo Municipal de Segorbe), para poder contar con unos datos realmente objetivos. Estas instituciones custodian documentos de herencias y de Cartas Matrimoniales del siglo XVIII que dan fe de las dotes que se aportaban, incluido el ajuar. Esta es una información fundamental, puesto que nos permite averiguar las fechas en las que se usaba esta vestimenta y el lugar. También nos aclara una serie de detalles que nos permiten identificar piezas de ropa que sin haberse hallado en Segorbe coinciden con la descripción, y además las representaciones en pinturas, en cerámica o en grabados nos sirven para ilustrar aquellas prendas que se perdieron pero que, por su configuración apoyan nuestras teorías. 



Protocolo Notarial de D. Bonifacio Olano y Aparicio ( 1759). Archivo Municipal de Segorbe.
   
     Para la descripción tanto de la ropa como de los tejidos contamos con dos herramientas de excepcional valía en nuestro empeño por empaparnos de la realidad dieciochesca. Por un lado El Nuevo tesoro lexicográfico de la lengua española, en donde la Real Academia Española ha conformado un “diccionario de diccionarios”  Así podemos consultar cualquier palabra en los diccionarios de otros siglos, saber cuándo aparece registrada por primera vez, y en la misma consulta, averiguar cómo ha evolucionado su significado en tiempos posteriores.  (Desde el Diccionario de Autoridades hasta la 21ª edición del Diccionario de la Real Academia Española, pasando por las diversas ediciones del Diccionario manual e ilustrado y lo publicado del “Diccionario histórico” de 1933-1936).

     En segundo lugar, el libro escrito por el maestro sastre Juan de Albayzeta y publicado en Zaragoza en 1720 contiene los patrones originales de modelos que estarían en boga desde las últimas décadas del siglo XVII. Es un valioso legado, un viaje en el tiempo en el que aprender la base original desde donde fue progresando la moda. Se titula “Geometría y trazas pertenecientes al oficio de sastres donde se contiene el modo, y el orden de cortar todo género de vestidos Españoles, y algunos Estrangeros, sacándolos de qualquier ancharia de tela, por la Vara de Aragón, y explicada esta con todas las de estos Reynos, y las medidas que se usan en otras Provincias Estrangeras”.  Pertenece al fondo histórico de la biblioteca de la Universidad Complutense de Madrid.

    Podéis consultar los siguientes enlaces:


http://ntlle.rae.es/ntlle/SrvltGUILoginNtlle


https://www.youtube.com/watch?v=Tehy7c8QzfE





domingo, 13 de diciembre de 2015

¿Qué es el Traje Regional?

    


      Existen ciertas zonas muy aisladas debido a las dificultades de comunicación por culpa de una determinada orografía, que además suelen sufrir climas extremos y limitación de materias y recursos en las que se han seguido utilizando unas formas de vestir de otros tiempos. Esto se conoce como “fenómeno de fosilización” que también puede afectar a determinados oficios.

     Pero el tipo de indumentaria tradicional que nos ocupa, surgió a finales del siglo XIX, cuando la industria de la moda iba uniformando el vestir. Se utilizaba en los rituales festivos, en los que se exhibía aquella ropa que guardaba la familia como un tesoro en nombre de la tradición. 

     La indumentaria popular atesora un rico patrimonio de variedad pero la uniformidad del traje típico regional lo ha alejado de sus orígenes y lo ha convertido en elemento identificador, festivo, escénico o reivindicativo, según los intereses de cada momento.Tras más de un siglo de uso se ha desvirtuado tanto el atavío tradicional que ha llegado el momento de revisar nuestro patrimonio cultural y debatir el futuro de la indumentaria popular.


Indumentaria Tradicional. Presentación del blog.

   
     Tras más de 30 años relacionada con el mundo de la indumentaria tradicional, hace unos años me propusieron dar unos cursos sobre el tema. Fue entonces cuando me decidí a plasmar en una publicación todo aquello que había aprendido hasta el momento, con fines meramente divulgativos.

    Después del trabajo de investigación propia, del intercambio con otros investigadores, de la redacción y la búsqueda de imágenes para ilustrarlo, me siento incapaz de editar el resultado. Es tal mi pasión por conocer la vida y las costumbres de los siglos XVIII y XIX, por el origen y la evolución de nuestros trajes regionales que no puedo zanjar el tema encerrándolo en un libro, pues siempre tengo la impresión de que me encontraré con algo más. 

     He decidido, pues, utilizar esta herramienta que servirá tanto para ir volcando en ella la información de la que dispongo como para crear un foro de debate. Todos los que trabajamos en este ámbito sabemos que no hay verdades absolutas sino interpretaciones que vamos haciendo desde nuestras experiencias, por lo que todas las opiniones son bienvenidas. Espero pues que éste sea un medio para aportar algo de luz sobre esta parte de nuestra cultura.